miércoles, 26 de mayo de 2010

El lugar del parloteo en pleno Centro de Medellín

Por: Daniela Ochoa Gutierrez

-¿Cómo le parece el levante de ira de Chávez contra Uribe?
Comentaba un transeúnte que se detuvo a debatir los sucesos del día con un vendedor de tinto y cigarrillos que en ese momento escuchaba radio. Dos días después de la muerte del segundo jefe guerrillero de Las FARC, Raúl Reyes, los comentarios aún estaban latentes, todos hablaban del minuto de silencio de Chávez, la militarización de la frontera Colombo- venezolana y los posibles nexos de los presidentes de Ecuador y Venezuela con la guerrilla colombiana.




Mientras se toma un tinto caliente, antes de las 8:00 de la mañana, hora de entrar al trabajo, Jorge Sánchez, visitante diario de La Plaza de San Ignacio, ubicada en todo el centro de la ciudad, comenta los últimos sucesos, el cigarrillo y el tinto son indispensables para la tertulia que entablan alrededor del coche que transporta el negocio de café, dulces y cigarrillos. Por un momento, la conversación es interrumpida-¿hola querido bien o no?- El saludo va dirigido al señor que vende tintos quien con una mano escucha radio en una grabadora de mano, blanca, grande, pesada, no le contesta. La voz proviene de una señora rubia, vestida con una falda, chaqueta negra a medio poner que deja ver un escote y las tiras negras del brasier, sus pasos al caminar son desequilibrados por las plataformas que trae puestas, su cabello recogido de afán y la pestañina negra se riega por la parte inferior de los ojos. Pide un tinto y se sienta. Interrumpo la charla matutina para preguntar si el edificio de Comfama, que estaba justamente detrás de nosotros tenía otro nombre, Jorge Sánchez responde que así se llama y me encima otro dato: antes hacia de casa cural de la Iglesia San Ignacio, ubicada de manera contigua al edificio y uno pasos más hacia la izquierda, se alza la azotea del Paraninfo de la Universidad de Antioquia.

Este visitante de la plaza me cuenta rápidamente que le gusta ir por la mañana, sus razones son claras: “comentamos el tema del día, aquí hay mucha seguridad y respeto, por la tarde se reúne gente a jugar ajedrez y por la noche es lleno de chirrincheros ya borrachos”.
La mujer rubia interrumpe de nuevo para recordarle a jorge Sánchez que nos estábamos desviando del tema, él me mira, sonríe y continúa: “nosotros nos saludamos, pedimos opiniones y hasta comentamos los problemas económicos”; se despide, lo que primero era una conversación de dos personas ya se vuelve tertulia de cuatro alrededor del coche de tintos, yo me alejo mientras el vendedor comenta “estamos hablando de guerra, hermano, no de paz”.

En el resto de la plaza se escuchan conversaciones despreocupadas de parejas, papás llevando a sus hijos al colegio, trabajadores que pasan de afán, mujeres que descargan su taconeo en el pavimento áspero y fragmentado y sobre él, las palomas que en su mayoría, se encuentran rodeando la estatua de Francisco de Paula Santander. Unas cuantas se posan en su cabeza, las otras se reparten en las ramas de árboles cercanos y cuando los zapatazos de niños o adultos las hacen correr suena, al unísono, la sinfonía de aleteos de palomas que al instante, vuelven a su lugar.
En lo alto, por su sonido, se reconocen las cacatúas con un canto claro y diferenciado. En la plaza ellas son personificadas por grupos de estudiantes que reciben sus clases al aire libre, emboladores de zapatos que confluyen conversaciones con sus clientes de paso, gritos, algarabías y saludos a distancia.



El traqueo de los coches que hacen las veces de ventorrillos ambulantes cuando pasan porel pavimento, los pitos de buses y particulares, la sirena de las ambulancias y el pasar continuo del cepillo por el zapato hasta producir un chasquido fastidioso, son parte de la musicalidad de este sitio. Las radios portátiles, son otra forma de sonido para los que pasan solos, el campaneo de la iglesia anuncia misa a las 7:15 en punto, a medida que pasan los minutos, los pitos de los carros se intensifican y el lugar aumenta su público.

Contrario es lo que pasa en el paraninfo de la de Antioquia, donde a todo el frente de la entrada se yergue una placa en memoria de Santander y a los costados una de Pedro Justo Berrío y otra de Fray Rafael de la Serna, sus largos corredores de color pastel mantienen un silencio inmaculado, de no ser por las cacatúas del parque que se sienten en el interior del edificio. El primer patio, lleno de matas, organizadas en forma de círculos y dos pequeñas fuentes a cada costado del jardín, interrumpen la tranquilidad con débiles pero permanentes goterones.

Casi no se observan trabajadores, de no ser por dos jóvenes que suben los tres pisos del edificio con una estructura a cuestas, evidenciando una reforma que se está haciendo en el sitio.

Las otras plantas son igual de solas, las aulas permanecen cerradas, al igual que el paraninfo, un auditorio que lleva el mismo nombre del edificio.
En el patio trasero, igual de grande al anterior, el jardinero irrumpe el silencio sacando las hojas malas, parado sobre un piso empedrado y todavía mojado por la lluvia de esa madrugada, y en el segundo piso, donde se encuentra la emisora oficial de la universidad, “la emisora matriz con cobertura regional”, como lo explica luego uno de los locutores, irrumpe el silencio de la casa estilo colonial. Un aviso de “radiodifusión sonora en frecuencia modulada” al lado de la puerta y una opera de fondo: Hungrian State Opera de Luisa Miller, marcaban la diferencia con la FM.

Jhon Jairo toro, encargado del master nos proporciona un recorrido por la sala de redacción de estudiantes que la conforman 11 computadores que tienen conexión con cabina y una sala de grabación. – ¿ya conocen la fonoteca? – Y sin oportunidad de contestarle nos hace pasar- es lo más moderno que hay en el momento, y la de ustedes ¿que sistema maneja?

Al rato pregunto
-¿nunca hay bulla, ruido?-
-no mucho- contesta- lo que más ruido hace es la cocina-
Lo que al principio se tornaba en un interminable silencio, ahora era interrumpido por la olla presión del restaurante y algunas personas que llegaban a hacer grabaciones en la emisora. Eran las 8:10 de la mañana.

Entre tanto una risotada se produce al interior de la cabina, todos se congregan en torno al Colombiano a observar la foto de reyes muerto, el hombre que lo enseña tenía barba blanca, cachucha, y un gran parecido al jefe guerrillero.

- Yo soy hermano de Raúl, no me ve igualito, siquiera ya está muerto para que no me sigan confundiendo con él - se oyen risas

Un poco después y por voluntad propia, Toro saca un libro y lo enseña:
-En Colombia no hay productores de radio- anótenlo para que lo consigan.


Eran las 8:47 cuando volví a salir a al parque, algunos sonidos habían cambiado, la escoba de Empresas Varias se atascaba en las comisuras del piso y los pitos de buses se intensificaban, había más gente y el ruido era notable, vi una paloma muerta entre la hierba mal cortada y las cacatúas seguían parloteando.

Si quieres saber más sobre este sitio visita:

http://www.cotelcoantioquiachoco.org/sitio/atractivos_tur_med_detalle_atractivo.php?id2=41&nombre2=Paraninfo%20Universidad%20de%20Antioquia&id1=3&nombre1=Arquitect%C3%83%C2%B3nicos

http://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_San_Ignacio_(Medell%C3%ADn

http://www.lopaisa.com/espacio.html

Preguntémonos:
  • ¿Crees que la variedad de experiencias que se viven en el Centro de Medellín, son desaprovechadas por la mayoría de ciudadanos, al no visitar con calma este sitio de espacios?
  • ¿A qué se debe el poco interés de la gente de visitar el centro de la Ciudad y cambiar estos espacios por otros de alto consumo?
  • ¿Qué crees que puede ofrecer espacios como la Plazuela de San Ignacio que no puedan hacer otros que se encuentran alejados del Centro?

No hay comentarios:

Publicar un comentario