miércoles, 26 de mayo de 2010

Suramericana, un barrio de mitades

Por: Daniela Ochoa Gutiérrez


Tranquilo y solitario, también permisivo. Suramericana es un barrio ubicado en la comuna 11 de Medellín, al frente de Carlos E Restrepo. Bien ubicado, mitad comercial y la otra residencial, huele a recuerdos. Recuerdos de abuelos y de los años en que los habitantes, la mayoría de la tercera edad, comenzaron a poblarlo.

Las calles tratan de ser naturales, los jardines cuidadosamente podados. Los edificios son viejos y las paredes huelen a humedad y algunos ascensores son manuales. Pocas construcciones son recientes.




Las filas en los bancos son interminables, impulsados por una gran masa de gente que trabaja en los edificios de la organización que lleva este mismo nombre y de otras empresas ubicadas dentro de los edificios.

Los locales comerciales son tan variados como las personas que lo concurren, desde habitantes en carro y a pie, hasta el señor de las frutas, el de la mazamorra, el ejecutivo, la señora en silla de ruedas y las trabajadoras de la peluquería.

Las 3 de la tarde es una hora de soledad. Los carros a veces no alcanzan a penetrar las zonas residenciales por la cantidad de zona verde. Los venteros de frutas y dulces se parquean desde la madrugada a esperar los cientos de transeúntes de la calle Colombia que habitan suramericana durante pocos minutos.

Suramericana es un barrio lúgubre, todo es gris y sabe a recuerdo, a tradición. Lo que se escucha es el taconeo de los ejecutivos, la calle barrida y la superposición de edificios cuya estructura y tiempo no concuerdan.

La vida nocturna de suramericana es muerta, cara a cara con el barrio que una vez Fajardo, ex alcalde de Medellín, denominó el barrio modelo, Carlos E. Restrepo. Sólo queda el muestreo de añoranzas de parecerse a este Barrio de obra, arte y ciudad. Suramericana tiene librerías, algunos salones de té, artesanías de Colombia, bancos, tiendas, oficinas, restaurantes y uno que otro café estilo europeo, muy viejos, residencia de intelectuales.

Las pocas sillas se ven colmadas de jóvenes con mascotas, empleadas del servicio con niños, otras con novio y algunos estudiantes universitarios.

Más de oficinas que de entretenimiento, este Barrio tiene poca oferta cultural. Limita con la autopista, la Calle Colombia y la carrera 65, pero carece de vida. Es un barrio de mitades: mitad viejo mitad nuevo, mitad bueno mitad maluco, mitad alegre, mitad aburrido.
Preguntémonos:
  • ¿Cómo crees que podría ser la oferta cultural del barrio Suramericana?
  • ¿Qué ofertas nocturnas propones para la vida nocturna en el Barrio?

El lugar del parloteo en pleno Centro de Medellín

Por: Daniela Ochoa Gutierrez

-¿Cómo le parece el levante de ira de Chávez contra Uribe?
Comentaba un transeúnte que se detuvo a debatir los sucesos del día con un vendedor de tinto y cigarrillos que en ese momento escuchaba radio. Dos días después de la muerte del segundo jefe guerrillero de Las FARC, Raúl Reyes, los comentarios aún estaban latentes, todos hablaban del minuto de silencio de Chávez, la militarización de la frontera Colombo- venezolana y los posibles nexos de los presidentes de Ecuador y Venezuela con la guerrilla colombiana.




Mientras se toma un tinto caliente, antes de las 8:00 de la mañana, hora de entrar al trabajo, Jorge Sánchez, visitante diario de La Plaza de San Ignacio, ubicada en todo el centro de la ciudad, comenta los últimos sucesos, el cigarrillo y el tinto son indispensables para la tertulia que entablan alrededor del coche que transporta el negocio de café, dulces y cigarrillos. Por un momento, la conversación es interrumpida-¿hola querido bien o no?- El saludo va dirigido al señor que vende tintos quien con una mano escucha radio en una grabadora de mano, blanca, grande, pesada, no le contesta. La voz proviene de una señora rubia, vestida con una falda, chaqueta negra a medio poner que deja ver un escote y las tiras negras del brasier, sus pasos al caminar son desequilibrados por las plataformas que trae puestas, su cabello recogido de afán y la pestañina negra se riega por la parte inferior de los ojos. Pide un tinto y se sienta. Interrumpo la charla matutina para preguntar si el edificio de Comfama, que estaba justamente detrás de nosotros tenía otro nombre, Jorge Sánchez responde que así se llama y me encima otro dato: antes hacia de casa cural de la Iglesia San Ignacio, ubicada de manera contigua al edificio y uno pasos más hacia la izquierda, se alza la azotea del Paraninfo de la Universidad de Antioquia.

Este visitante de la plaza me cuenta rápidamente que le gusta ir por la mañana, sus razones son claras: “comentamos el tema del día, aquí hay mucha seguridad y respeto, por la tarde se reúne gente a jugar ajedrez y por la noche es lleno de chirrincheros ya borrachos”.
La mujer rubia interrumpe de nuevo para recordarle a jorge Sánchez que nos estábamos desviando del tema, él me mira, sonríe y continúa: “nosotros nos saludamos, pedimos opiniones y hasta comentamos los problemas económicos”; se despide, lo que primero era una conversación de dos personas ya se vuelve tertulia de cuatro alrededor del coche de tintos, yo me alejo mientras el vendedor comenta “estamos hablando de guerra, hermano, no de paz”.

En el resto de la plaza se escuchan conversaciones despreocupadas de parejas, papás llevando a sus hijos al colegio, trabajadores que pasan de afán, mujeres que descargan su taconeo en el pavimento áspero y fragmentado y sobre él, las palomas que en su mayoría, se encuentran rodeando la estatua de Francisco de Paula Santander. Unas cuantas se posan en su cabeza, las otras se reparten en las ramas de árboles cercanos y cuando los zapatazos de niños o adultos las hacen correr suena, al unísono, la sinfonía de aleteos de palomas que al instante, vuelven a su lugar.
En lo alto, por su sonido, se reconocen las cacatúas con un canto claro y diferenciado. En la plaza ellas son personificadas por grupos de estudiantes que reciben sus clases al aire libre, emboladores de zapatos que confluyen conversaciones con sus clientes de paso, gritos, algarabías y saludos a distancia.



El traqueo de los coches que hacen las veces de ventorrillos ambulantes cuando pasan porel pavimento, los pitos de buses y particulares, la sirena de las ambulancias y el pasar continuo del cepillo por el zapato hasta producir un chasquido fastidioso, son parte de la musicalidad de este sitio. Las radios portátiles, son otra forma de sonido para los que pasan solos, el campaneo de la iglesia anuncia misa a las 7:15 en punto, a medida que pasan los minutos, los pitos de los carros se intensifican y el lugar aumenta su público.

Contrario es lo que pasa en el paraninfo de la de Antioquia, donde a todo el frente de la entrada se yergue una placa en memoria de Santander y a los costados una de Pedro Justo Berrío y otra de Fray Rafael de la Serna, sus largos corredores de color pastel mantienen un silencio inmaculado, de no ser por las cacatúas del parque que se sienten en el interior del edificio. El primer patio, lleno de matas, organizadas en forma de círculos y dos pequeñas fuentes a cada costado del jardín, interrumpen la tranquilidad con débiles pero permanentes goterones.

Casi no se observan trabajadores, de no ser por dos jóvenes que suben los tres pisos del edificio con una estructura a cuestas, evidenciando una reforma que se está haciendo en el sitio.

Las otras plantas son igual de solas, las aulas permanecen cerradas, al igual que el paraninfo, un auditorio que lleva el mismo nombre del edificio.
En el patio trasero, igual de grande al anterior, el jardinero irrumpe el silencio sacando las hojas malas, parado sobre un piso empedrado y todavía mojado por la lluvia de esa madrugada, y en el segundo piso, donde se encuentra la emisora oficial de la universidad, “la emisora matriz con cobertura regional”, como lo explica luego uno de los locutores, irrumpe el silencio de la casa estilo colonial. Un aviso de “radiodifusión sonora en frecuencia modulada” al lado de la puerta y una opera de fondo: Hungrian State Opera de Luisa Miller, marcaban la diferencia con la FM.

Jhon Jairo toro, encargado del master nos proporciona un recorrido por la sala de redacción de estudiantes que la conforman 11 computadores que tienen conexión con cabina y una sala de grabación. – ¿ya conocen la fonoteca? – Y sin oportunidad de contestarle nos hace pasar- es lo más moderno que hay en el momento, y la de ustedes ¿que sistema maneja?

Al rato pregunto
-¿nunca hay bulla, ruido?-
-no mucho- contesta- lo que más ruido hace es la cocina-
Lo que al principio se tornaba en un interminable silencio, ahora era interrumpido por la olla presión del restaurante y algunas personas que llegaban a hacer grabaciones en la emisora. Eran las 8:10 de la mañana.

Entre tanto una risotada se produce al interior de la cabina, todos se congregan en torno al Colombiano a observar la foto de reyes muerto, el hombre que lo enseña tenía barba blanca, cachucha, y un gran parecido al jefe guerrillero.

- Yo soy hermano de Raúl, no me ve igualito, siquiera ya está muerto para que no me sigan confundiendo con él - se oyen risas

Un poco después y por voluntad propia, Toro saca un libro y lo enseña:
-En Colombia no hay productores de radio- anótenlo para que lo consigan.


Eran las 8:47 cuando volví a salir a al parque, algunos sonidos habían cambiado, la escoba de Empresas Varias se atascaba en las comisuras del piso y los pitos de buses se intensificaban, había más gente y el ruido era notable, vi una paloma muerta entre la hierba mal cortada y las cacatúas seguían parloteando.

Si quieres saber más sobre este sitio visita:

http://www.cotelcoantioquiachoco.org/sitio/atractivos_tur_med_detalle_atractivo.php?id2=41&nombre2=Paraninfo%20Universidad%20de%20Antioquia&id1=3&nombre1=Arquitect%C3%83%C2%B3nicos

http://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_San_Ignacio_(Medell%C3%ADn

http://www.lopaisa.com/espacio.html

Preguntémonos:
  • ¿Crees que la variedad de experiencias que se viven en el Centro de Medellín, son desaprovechadas por la mayoría de ciudadanos, al no visitar con calma este sitio de espacios?
  • ¿A qué se debe el poco interés de la gente de visitar el centro de la Ciudad y cambiar estos espacios por otros de alto consumo?
  • ¿Qué crees que puede ofrecer espacios como la Plazuela de San Ignacio que no puedan hacer otros que se encuentran alejados del Centro?

El mirador de La Cruz

Esta historia más que ser un relato de un lugar de Medellín, es la vida de una persona que ha hecho la vivencia en una comuna de la ciudad, más tranquila y justa.

JULIO

Por: Laura Beatriz Castro Cárdenas

De pequeño era un niño callado, poco sociable que encontraba su entretenimiento en crucigramas y rompecabezas. Pasaba sus tardes, después de salir del colegio San José de la Salle, analizando las maneras de resolver sus problemas lógicos que lo ayudarían en un futuro a encontrar la forma de sobrevivir y colaborarle a otras personas.

Su institución educativa era de carácter religioso, en realidad nunca le prestó una mayor atención a las ideologías cristianas pero siempre tenía a Dios como el eje central de su existir y sin decir nada a nadie lo convirtió en su ser ideal.

“Ni bueno, ni malo” se define el hombre cuando recuerda las épocas de colegio. “Siempre fui un niño muy callado en mis cosas, no me metía con nadie y era poco hablador”, afirma.
Su hogar era un típico paisa: tradicionalista y de padres casados por la iglesia. Su madre dejaba tener a Julio su propia vida, sin rodeos, sin preguntas ni prejuicios…sólo lo dejaba ser.

Durante su bachillerato, el hombre se dio cuenta de su capacidad para la resolución de problemas y el análisis de situaciones de conflicto. Tanto se percató de esto que llegó a considerarlo como lo que quería hacer toda su vida, sin embargo un sentimiento de amor, paz y bienestar lo abrumaron. Su decisión era ser sacerdote.

Con esto ya en mente, el joven decidió comenzar a hacer las vueltas para el seminario. Pero él, siendo un niño tan callado, no compartió sus deseos con sus padres, siempre los mantuvo convencidos que lo que deseaba hacer era estudiar química pura. Ellos, contentos, lo apoyaron y le extendieron la mano para ingresar a la universidad, sin embargo hizo las vueltas necesarias para su alcanzar su profesión con Dios.

Pasaron los días y sus padres, convencidos que su hijo había hecho las gestiones para su carrera soñada, le hicieron unas preguntas de rutina: “mijo: yo nunca lo veo a usted haciendo nada de esa universidad”.

“Papi: es que yo no voy a estudiar química, yo quiero ser sacerdote”, fueron las palabras que el niño decidido le dijo a su padre. Él, aturdido por la noticia, pero contento con la idea lo apoyó, como siempre, y le permitió ingresar a la institución católica sin ningún inconveniente.

Al entrar al seminario de Medellín, Julio se distinguía por ser un hombre callado, “metido en su cuento” y no compartía muchas experiencias personales con el resto de los seminaristas.

“Lo más difícil de esa época fue que tuve que desprenderme de mi casa, de mis padres”, cuenta el sacerdote ya con 71 años de edad.

El chico fue cogiendo fama entre sus colegas de ser una persona muy templada consigo mismo, silencioso, concentrado y con una gran inteligencia, pues nunca dejó de lado la elaboración de los rompecabezas, su gran pasión, la cual es para él “una manera de desarrollar la parte analítica del cerebro”.

Cuando se ordenó, al Padre Julio Jaramillo lo enviaron al barrio San Javier, en la ciudad de Medellín, él afirma que el trabajo allí fue: “Duro pero llevadero”.

Sin embargo la mejor experiencia se la dio la estancia por 6 años aproximadamente en Castilla, un barrio de invasión en el noroccidente de Medellín, en el cual se dedicó a las obras sociales y a catequizar a la población en una humilde capilla que había construido un párroco anterior a él.

Luego de ser profesor en el Seminario, comenzó a ayudar a niños desamparados en el Hogar Las Granjas. “Después de todo esto yo fui muy feliz”, afirma el hombre cerrando los ojos para recordar.

La razón de la alegría del sacerdote es porque en esta casa de paso los chicos se quedaban para comer y bañarse, pero podían regresar a la calle fácilmente por culpa del vicio y sus costumbres. Él se dio cuenta de los vacíos que había en la comunidad eran de amor al pobre, a la sensibilidad y la necesidad de aumentar la proliferación del Evangelio como pan diario. Son estos puntos los que él define como “su realización personal”.

Puede decirse que en este momento el Padre Julio Jaramillo sentía que su vida estaba realizada, que no necesitaba más y que podía hacer siempre lo mismo sin pensar lo que se pintaba en el panorama.

Después de estudiar en Roma, dar clases de teología en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín por 20 años y ser decano de los post grados de todas las carreras de la misma institución, el padre Julio se sentía que podría hacer algo más.

Él quería devolverle a la comunidad algo de lo feliz que había sido durante toda su vida, por esa razón, con un dinero que su madre le dejó de herencia cuando falleció, creó jurídicamente la Fundación Berta Martínez.

Ésta comenzó a funcionar en el 2000, un año después del terremoto del Eje Cafetero, al que el Padre Julio asistió construyendo casas a personas que lo habían perdido todo.


Imagen de la Fundación Berta Martínez

Cuando llegó a Medellín abrió sus ojos a la realidad y extendió sus brazos al mundo.

Esta ciudad, departamento de Antioquia y segunda más importante en el país, era el hogar de los deseos de progreso del Padre Julio.

Él, guiado por las necesidades que veía en sus compañeros de la Universidad Pontificia Bolivariana, comenzó a construir y a mejorar sus viviendas y de esta manera, el proyecto inicial de la Fundación que lleva el nombre de su madre tomó forma hasta convertirse en una de las primeras benefactoras para los hogares con escasos recursos paisas.

La primera visita del Padre Julio al barrio La Cruz, en el nororiente de la ciudad, lo marcó. “De inmediato desarrollé una química y un cariño enorme por esta comunidad, vi que tenía muchas necesidades y que yo podía colaborar”, cuenta el hombre.


Las casas del barrio La Cruz son similares a esta. Reconstruidas por la Fundación Berta Martínez.


En este barrio de invasión, había sólo una capillita sencilla para oficiar la Eucaristía de vez en cuando y unos tugurios hechos con materiales desechables que no tapaban a las familias del frío y las lluvias.

La Fundación comenzó a rodar y ya habiendo construido algunas primeras casas, la Iglesia Santa Teresita se unió a la causa.

Por motivo del cumpleaños número 50 de la Parroquia, el Padre Eugenio Londoño, encargado de la misma, se propuso fabricar, con ayuda de la comunidad, una casita por cada año cumplido.
Así fue y las obras sociales comenzaron a dar sus frutos.

Gracias al reconocimiento que esta fundación comenzó a tener entre la población, más ayudas llegaron para el Padre Julio Jaramillo. Su obra se ha ido extendiendo en todo el barrio La Cruz, hasta el momento las casas de materiales desechables ya no pertenecen a la historia de gran parte del terreno.

Pintura, jardines y ventanas de vidrio son los protagonistas de las 1.381 casas que se han construido hasta el 31 de diciembre de 2009.


Una de las casas construidas en el barrio La Cruz

Salen los niños jugando y alcanzan a ver al Padre Julio. Su caminar lento y sus palabras de cariño reconfortan a la población en situación de riesgo de La Cruz.

Para ellos la bendición más grande es tener una casa propia, pero para los pertenecientes a la Fundación: “¿Qué puede hacer una persona con su vivienda en buen material pero sin estudio, comida ni salud?”.

Es por eso que el proyecto del mejoramiento y construcción de las casitas, tiene algo más de fondo: le cambia el entorno a las familias.

En el barrio La Cruz hay, hasta el momento, tres guarderías que atienden a 450 niños, un comedor que provee de alimentación a varios núcleos de esta comunidad, un centro de salud con médicos, enfermeras y odontólogo que reciben de 30 a 35 consultas por semana y una casa para la capacitación en oficios varios.

Al caminar por las calles de La Cruz se percibe un olor a fresco, a tranquilidad rodeada por risas de niños montando en bicicleta.

Y es que la llegada de este consagrado sacerdote ha sido agua fresca para los habitantes de esta zona en peligro. Y a pesar que él lo ha hecho todo, o casi todo, dice que “no ha hecho nada” y aunque hay que reconocer al resto de benefactores y ayudantes que ha tenido en este proceso, ha sido este personaje el que ha puesto todas sus energías en reconstruir los sueños de las personas.

La Cruz funciona, dentro de Medellín, como un mirador en donde se divisa toda la Capital de la Montaña

Para el Padre Julio es motivo de felicidad toda esta obra, pues está cumpliendo el sueño que Jesús tenía de ayudar al prójimo. El reconocimiento que ha tenido con la Fundación ha sido de carácter moral y afectivo, pues día a día su corazón se regocija más por lo vivido en compañía de la gente.

Hoy este personaje se pasea por las calles de Laureles, en donde tiene su casa, en compañía de sus pensamientos, aquellos que siempre están atentos a alegrar su corazón con la ayuda de la comunidad, porque las casas que ha construido están llenas de él…llenas de Dios.
  • Investigando…
    Para conocer más del barrio La Cruz, te invito a que visites la Fundación Berta Martínez de Jaramillo por medio del Director Ejecutivo Juan Sebastian Jaramillo o en el teléfono 412 74 Ellos, por su labor en este barrio, pueden asesorar a las personas que no sólo quieran conocer el proyecto, sino que también deseen ampliar información del barrio.
  • Para conocer más a fondo, por medio de imágenes el barrio La Cruz de Medellín, te recomiendo visitar:
    http://www.elcolombiano.com.co/proyectos/reportajesgraficos/html/10242002-Llanaditas.htm
  • La Fundación Un Grito de Esperanza también se encarga como la de la señora Berta Martínez, madre del padre Julio Jaramillo, de hacer la vida de los habitantes de La Cruz más amena y saludable.
    http://affordablewebdesigns.net/fundacion/proyecto.htm
  • A pesar de que el camino para el barrio La Cruz es difícil y entrecortado, las imágenes que allí se encuentran son predominantes para la vida en sociedad y para mejorar las condiciones de personas de la comunidad.
    http://www.youtube.com/watch?v=jCieG2prvpM


La invitación va dirigida a todos aquellos que desean conocer más a fondo la ciudad, responde las siguientes preguntas y cuestiónate sobre los beneficios de vivir en donde tienes tu residencia:

- ¿Conoces algunas de las comunas que han sido afectadas por la violencia y la pobreza en Medellín?

- Si la respuesta es no: ¿Cómo te las imaginas?

- Si la respuesta es sí: ¿Qué pudiste ver en estos lugares?

- ¿Qué diferencias encuentras entre estas comunas y el lugar en donde vives?

- ¿Qué te gusta de tu barrio?

Mercado de devociones

Por Luz Adriana Olarte

Después de dos mil años de Jesús echar a los mercaderes de la casa de Dios, pareciera que la lección hubiese sido olvidada y que en medio de la pureza que representa la madre de Dios se esté frente a un mercado de devociones en la plaza de un pueblo como Sabaneta que gira y crece alrededor de una advocación.
Las creencias religiosas en este lugar tiene una connotación cultural tan marcada que la existencia de un canal mediador como puente entre lo eterno y la inmediatez de la vida permite que los hombres se aferren más a la idea de fe, la cual les supera las expectativas cotidianas de sus propias dificultades.
El rebusque se instaló en el parque central, los devotos se convirtieron en el público objetivo de un grupo de paisas rebuscadores y entorno a la veneración de una imagen frente al volumen de ventas se delinearon determinados rutas comerciales que son evidentes en el sur del Valle de Aburrá.

La gracia del buen comer
Chorizos colgados del mostrador, una vitrina con buche, oreja, chunchurria y una mujer afuera preparando buñuelos que tira inmediatamente a una paila llena de manteca hirviendo, es la primera impresión que da el restaurante El Peregrino.
Perfecto para desayunar, tardear o comer allí. El olor de los buñuelos van atrapando a los fieles que van a misa, quienes terminan degustando esta delicia gastronómica típica de la comida criolla que se ofrece en el lugar.
Contiguo a El peregrino se deja ver una pared pintada con las imágenes de algunos santos y vírgenes, en las que se resaltan la figura del padre Ramón Arcila Ramírez y la de María Auxiliadora como una forma de dibujar la innegable historia de un pasado religioso aun latente en el Municipio.
Saliendo por una calle que une a estos dos establecimientos se encuentra el parque central en el que se deja ver un hombre de gorra roja y azul y un uniforme del mismo color. Lleva un carrito con el logo de Creamhelado y una campanita que llama la atención de los niños que juegan en el lugar. También un carrito artesanal de aluminio y vidrio bota crispetas dulces a las que unos cuantos le hacen fila.Estas delicias forman una verdadera ruta gastronómica, la cual sólo es posible por la pujanza de un pueblo con ganas de salir adelante, aprovechando la inmensidad del poder de María Auxiliadora la cual moviliza miles de creyentes y a la que se le debe…la gracia del buen comer.

Un milagro cultural
Una pared café con beige, un aspecto viejo y rayas que simulan ser grafitis es el fondo de un escenario en el que sobresale un extraño ser de cara metálica, una gorra al revés con pantalón y camisa del mismo color.
Unos pasos lentos, mecanizados, repetitivos y unos movimientos calculados distraen a todos aquellos que se encuentran situados en el parque central del municipio de Sabaneta. “Pobre señor, debe estar muerto del calor” dice una mujer a la que él escucha y cuidadosamente le ofrece la mano en señal de pedir cualquier moneda, ella lo mira extrañada y se aleja.
El no desiste y continúa con su trabajo, el que un grupo de espectadores disfrutan. Es un momento de goce ver como alguien por medio de sus movimientos puede capturar la mirada de un grupo de personas que lo observan y detallan con la misma concentración de una presentación artística.
Una voz fuerte cantando Pueblito Viejo interrumpe el momento, los asistentes giran su mirada hacia la izquierda que es de donde provine la melodía y entre Peregrino y La 44 está un hombre de poca estatura, quien canta con el amor de su profesión y el que para mayor comodidad amarra la guitarra a su pantalón por medio de una cuerda.
Los clientes de ambos restaurante motivados lo aplauden fuertemente y comienzan a llamarlo para ofrecerle alguna moneda o billete. Sus melodías son agradables y la buena energía que tramite permite que cada canción sea un ingreso económico significativo para poder sobrevivir.
Ambos regalan a Sabaneta un verdadero momento de enriquecimiento, las personas lo sienten y viven, mientras la Virgen desde lo alto de la iglesia blanca se ríe con orgullo por haber realizado un verdadero milagro cultural.

Ayúdate, que yo te ayudaré
¿Los rosarios están benditos? Pregunta una mujer morena a Luis Carlos Mesa, dueño del almacén “Arte Religioso, El Santuario”. Él le responde afirmando con la cabeza y puntualiza “además traen a María Auxiliadora y valen $ 5.000”, ella hace cara de no poder comprarlo y él le dice: o tengo el de San Benito para alejar las malas energías y ese le vale $4.000 o los traídos directamente de Roma, pero esos si son de $10.000, pone las manos sobre la cintura con un gesto de confusión y le dice: “deme por favor el primero”.
Abandona el establecimiento y sigue su destino, mientras al almacén continúan acercándose gran cantidad de devotos que preguntan por la novena de María Auxiliadora, la cual es muy poderosa, pues ayuda a curar las peores enfermedades y resolver la petición que se le ofrezca.
Como este, existen muchos negocios en Sabaneta que con la vitrina sagrada de todos los artículos religiosos congregan a todos los fieles a entrar a alguno de ellos y llevar consigo un elemento que les permite crear esa conexión directa con la realidad superior que solo es posible por medio de la fe.
Además de los almacenes oficiales, existen una serie de pequeños negocios propios de la economía informal que venden velones de todos los tamaños y colores dependiendo de la magnitud de la petición o según lo que se desea pedir. Amarillos, rojos, blancos, verdes, azules y los de siete colores son comprados en grandes volúmenes por quienes entran a la iglesia y sagradamente se lo encienden a la Santísima Virgen en ofrenda a su petición
En sabaneta María Auxiliadora fue, es y será crucial imagen para los devotos que se acercan para pedir salud, empleo, un buen hogar entre otros. Por eso unido a ella se forma la idea de rezar una novena, el santo rosario y asistir semanalmente a su celebración.

Referentes de investigación:
Si deseas ampliar la información visita las páginas web
http://www.sabaneta.gov.co/ Página oficial de la Alcaldía del municipio de Sabaneta. Podrás encontrar últimas noticias, eventos, mapas de ubicación, entre otros.
http://www.antojatedeantioquia.org.co/ Página en la que encontrarás información relacionada con los municipios de Antioquia, en la que hay información de Sabaneta concretamente.
http://www.facebook.com/group.php?v=wall&gid=42057284872 grupo de redes de bibliotecas de Sabaneta, donde encontrarás información no sólo de Sabaneta, tambien de lo que necesites.

Pregunta para el foro:
¿Crees que es posible que un pueblo como Sabaneta cresca a partir de la fuerza de una advocación?

Carlos E. Restrepo: Barrio del arte

Por Paula Andrea Gómez Saldarriaga


Carlos E. Restrepo es un barrio donde el arte nace, vive y muere todos los días. La música, la pintura, el cine, la danza… siempre están en constante ruptura, inestables, muriendo a cada instante y renaciendo al siguiente.
El arte es una manifestación humana de carácter estético donde el ser humano busca expresar ideas y sentimientos. Junto con la escritura, es el único medio manipulable que sirve para expresar emociones. Una lágrima o un beso podrían ser arte porque cumplen con algunas de las características mencionadas anteriormente, sin embargo, carecen de una intención de orden y son efímeros, no permanecen en el tiempo. El arte sí.

Las obras de arte, junto con las valoraciones que le dan los individuos, constituyen documentos abiertos al conocimiento y reconocimiento de la historia y el pensamiento; el orden de los elementos, la intención, los mensajes y la forma, hablan del contexto social, cultural y político en el que se desarrolló la idea artística, además, los factores implicados en el momento mismo de su creación, ofrecen indicios de la situación personal del artista.


Carlos E. Restrepo es un barrio artístico. En su pasaje central o bulevar se exhiben con fuerza y sin vergüenza una serie de obras certeras de la expresionista Débora Arango, la línea de pinturas funciona como una suerte de telón. A lo ancho del espacio, como si fuera una obra de teatro, se van abriendo lugar personajes que preparan los sentidos con el movimiento danzante de sus cuerpos, aparecen los músicos con guitarra en mano, acompañantes con flauta y tambores. En cada silla, árbol y rincón se manifiesta el ser humano estéticamente cauto y políticamente incorrecto. Es el clímax, el punto alto en la vida de ese instante de arte.



Después salen a escena personajes de cuentos y películas y cuando empiezan a hablar, como si nada, todo termina, se consume en el aire de ciudad que de un soplo fuerte determina el fin, una explosión invisible que empuja la mirada, otra vez, hacia una normalidad pasajera, de calle. Ese fue un arte llamativo y estruendoso.

De pronto, en la esquina del fondo, de frente a las pinturas de Débora, empieza otra función. Esta vez el tango y los malabares se proclaman protagonistas en el alud de luz que viene de ese extremo del horizonte. Al tiempo, en la sala de cine del MAMM, el rastro de la sombra de una niña se asoma al cuarto de proyección para envolverse entre los diálogos de una película clásica…el arte está ocurriendo en cada esquina del sector, su fallecimiento en algún punto es la clave para el nacimiento en otro.

Y es que las manifestaciones del arte en Carlos E, ya sean formales e informales, preparadas o espontáneas, hablan de una comunidad expresiva y entretenida con la estética, relatan una ciudad alternativa que se combina con la pintura, que grita en las melodías del Suiche, que salta en el diábolo y que se estalla contra las pantallas del MAMM.

En el Barrio hay, además de recreaciones y manifestaciones, tribunas y admiradores. Para afinar la mirada, hay que ponerse el filtro del arte; si usted, apreciado lector, va para el MAMM, tendrá que estar dispuesto a encontrarse con piezas cuidadosamente preparadas; si toma una cerveza en el bulevar tendrá que estar algo más preparado, por si algún artista sale de la nada y le canta una melodía de Canción Social.



Por: Paula Amdrea Gómez Saldarriaga
· Conoce el barrio Carlos E. Restrepo:
· Si desea conocer más fotos sobre el barrio Carlos E. Restrepo, visite el siguiente grupo en Facebook: http://www.facebook.com/#!/group.php?gid=6900115835

· Si desea conocer las acciones de la Junta de Acción Comunal del barrio, visite el siguiente link: http://www.facebook.com/#!/profile.php?id=100000775472090

· Para saber algo a cerca de la historia del barrio Carlos E. Restrepo, lo invitamos a que entre al blog del barrio: http://carloserestrepo.blogspot.com/search?q=Carlos+E+Restrepo

· Si desea ampliar la información y conocimientos de Carlos E. Restrepo, visítelo; todas las personas son bienvenidas en este barrio y la Biblioteca Pública Piloto también lo acoge para que investigue la historia de los barrios de la ciudad.
· Este video es una muestra de una de las formas de arte que se ven en el barrio: http://www.youtube.com/watch?v=aP29Bccl_qk&NR=1

Te invito a responder esta pregunta a partir de tu expreriencia en el barrio donde vives:
¿De qué manera se vive el arte en tu barrio?
¿Cuáles espacios de tu barrio te permiten vivir el arte?

martes, 25 de mayo de 2010

PRADO CENTRO


Patrimonio arquitectónico e inicio de la expansión urbana

Por: Paola Andrea Padierna Gómez

La ciudad, como invento, obliga al hombre a organizarse para poderla administrar, y aunque no es un hecho nuevo, lo que si resulta algo nuevo es la transformación que ha sufrido a lo largo del siglo pasado y en lo que va de este. Presenciamos cómo una población predominantemente rural se va convirtiendo en otra predominantemente urbana.

La urbe no es una obra de arte, pero constantemente sufre cambios y se está haciendo y deshaciendo como un artefacto. Es positivo hacer nuevas construcciones, pero no se puede olvidar que eso implica la destrucción de lo que ya está ahí. Es decir, operan la destrucción y la construcción conjuntamente, y en la manera de articular estas dos acciones es donde reside la armonía de la ciudad.



Lo ideal es hacer es que la construcción implique la menor destrucción posible, y que en el mejor de los casos esa destrucción se refiera más a una readaptación inteligente a las nuevas exigencias, porque si una ciudad en este periodo de desarrollo acelerado puede lograr que compaginen las viejas y las nuevas construcciones, ha alcanzado un nivel cultural más avanzado.



La sociedad contemporánea guarda un gran recelo por lo viejo, apetece la novedad por la novedad, presiden los intereses económicos y el desprecio por el pasado… por debajo de las apariencias, más o menos progresivas que se han alcanzado hasta hoy, hay un gran vacío cultural.

He ahí la importancia y la necesidad de conservar nuestros orígenes. Aunque muchos consideran que la historia es una carga pesada, hay quienes la consideran como la maestra de la vida.



Por ejemplo, las ciudades norteamericanas, donde la movilidad es la mayor registrada hasta el momento y el crecimiento desaforado es una constante, han resultado ser el peor ejemplo que puede presentarse en cuanto a la conservación de viejas construcciones. Desafortunadamente, dicho ejemplo se ha difundido en el resto de los países.

Han derrumbado sus orígenes para hacer nuevas y prepotentes construcciones de última tecnología… se han marginado de ese estado urbano ideal: edificaciones antiguas de alto valor arquitectónico que pueden responder a las exigencias sociales de la actualidad. Ese es el equilibrio ideal.

Es posible que Medellín se esté acercando a esa armonía conservando barrios como Prado Centro, ubicado en la comuna centro oriental, que por su belleza y el buen estado de sus construcciones fue declarado patrimonio arquitectónico de la ciudad.

En él es posible sentir el ambiente fresco que ofrecen sus enormes árboles, la difuminación de los rayos de sol que los traspasa sobre el asfalto y sus calles pavimentadas de hojas de guayacanes amarillas.



Sus construcciones tienen un valor innegable para nuestra cultura, pues acudir a ellas es permitirse conocer la historia y el pensamiento religioso, filosófico y hasta social de nuestra estirpe, y restaurarlas asegura su permanencia en el tiempo.

Este lugar remonta a los orígenes y posibilita que las futuras generaciones no pierdan el aprecio por las verdaderas obras arquitectónicas valiosas de la ciudad.



Sus edificaciones tienen un sentido social, porque conservan la historia de las personas que en distintas épocas las rodearon, guardan una memoria, un archivo.

Además, a través de la historia se conservan y mantienen como referentes, y a pesar de las múltiples restauraciones que han tenido, se siguen conservando como íconos sociales que se eternizan en el tiempo.

Recorrer las calles de este barrio, es dejarse atiborrar los ojos con diseños de España, Francia, Egipto y Los Estados Unidos. Estilos como el Barroco, el Neoclásico, el Románico y griego, que tuvieron tanto furor en sus países de origen, que lograron imponerse, no sólo en Medellín, sino también en Barranquilla, Cali y Bogotá.


Este espacio de la ciudad no sólo es valioso por el estilo de sus muros, sino también por las historias que se edificaron en sus interiores durante los años treinta y cincuentas: la clase alta de Medellín comienza a asentarse y a dejar huella en la historia del esparcimiento urbano.





Hoy día, varias de sus edificaciones han tomado un sentido institucional especialmente del área de la salud: clínicas, hospitales, organizaciones sociales, y hogares geriátricos, centros de estética y grupos de teatro que han adecuado estos grandes monumentos como sus centros de operación.

Y han sido abandonadas por sus dueños originales, pues frecuentemente las clases sociales más elevadas han ido siempre en busca de los terrenos más reservados y exclusivos, donde estuvieran menos subyugadas a las molestias de una urbe agitada y socialmente mezclada.



Entonces, Prado Centro es uno de esos barrios ideales para leer la historia de Medellín a partir de sus construcciones y de lo que en su interior archivan. Pero, en medio del crecimiento desaforado y el avance de las nuevas tecnologías y las materias primas, ¿qué más se puede hacer para rescatar el valor histórico y arquitectónico de ciertos barrios de la ciudad que cuentan de nuestros orígenes, evitando que desaparezcan y, a la vez, encontrar ese equilibrio ideal entre lo viejo y las exigencias del presente?

Investigando….

  • Para conocer más sobre la teoría de la construcción urbana actual, identificar el estilo y el orden en que se están construyendo y desarrollando las grandes naciones y la magnitud de la expansión metrópoli, es recomendable leer el texto “Planificación de las ciudades del presente, el urbanismo en expansión” de Dora Guadalupe Guzmán Esquer, Ingeniera Civil de la Universidad Sonora de México. En dicho texto, se hace evidente que la expansión y el crecimiento de la población ha influenciado para que la construcción y la planificación de la ciudad cambie de sentido.
  • Si se une al perfil de la red social FACEBOOK: “Barrio Prado, Distrito Cultural de Medellín”, podrá acceder a fotografías, videos y datos importantes. El objetivo del grupo es “conocer nuestro patrimonio para de esta manera valorarlo, respetarlo y conservarlo”, es un espacio para el patrimonio arquitectónico y su contenido es público.
  • http://www.youtube.com/watch?v=lP4lPnAQNxM

En este video de más de siete minutos, se evidencia lo importante e ineludible que es tener unos orígenes, conocerlos, quererlos y cuidarlos.

Cada uno de sus personajes –entre ellos Sergio Fajardo- dan una descripción contundente de lo que es Prado Centro, lo que lo hace ser la memoria de la ciudad, sus inicios y cómo surge un industria encarnada en unos personajes que le dieron a este espacio un estilo europeo, pues los fundadores de prado pensaban en traer a Europa a Medellín para los que no podían viajar.

En este barrio armonizan los árboles, la calle, la ciudad y los grandes personajes que cambiaron la historia de nuestra urbe.

lunes, 24 de mayo de 2010

La Macarena, un barrio con salero

Por: Viviana Andrea Londoño

Primera mirada
Mirar el techo de Bogotá, es encontrar un telón grisáceo que pocas veces se torna azul. Los capitalinos, seres abrigados y con premura, han evolucionado de manera tal que su cuepo ahora tiene una extensión que se abre y se contrae cuando a las nubes empiezan a llorar sin consuelo. Si, en Bogotá todos tienen un paraguas. Negros casi todos. Entonces, como bien lo entenderá cualquier forastero que haya llegado a las calles capitalinas, no es fácil acostumbrar el cuerpo al nuevo aire que entra frio y encoje los músculos y el corazón. Tampoco a la nueva extensión de tela y alambre que hace de la lluvia un elemento cotidiano.

Vista desde la Macarena hacia el occidente de Bogot

Imagen uno

-¿A dónde la llevo señorita?

-A la Macarena porfavor

-¡Ah, sumercé va para el barrio de los bohemios!

La Macarena abre sus puertas con los muros imponentes del Museo Nacional, el mismo que alguna vez fue la cárcel de Bogotá y que hoy es patrimonio de Colombia. Luego, por la misma calle séptima, se deja ver la plaza que le da su nombre, "La Macarena". Después varias calles empinadas dan paso al resto del barrio, un lugar por donde bajan y suben más personas que carros y las esquinas son puntos de encuentro para saludar a los amigos. Es extraña esta imagen, un barrio en todo su esplendor en medio del centro de la ciudad más congestionada de Colombia, un barrio en el que todavía se conocen los vecinos y se propicia el diálogo en sus rincones.

Mirar de nuevo Juan David Cardona es artista plástico y vive en La Macarena. Desde una terraza en la que se alcanza a ver el cerro de Monserrate, dice que su barrio es comparable con Soho en New York o Palermo en Buenos Aires por la oferta cultural que se ofrece en sus espacios. Al mirar de nuevo veo que no se equivoca. En La Macarena se puede encontrar desde un restaurante serbio atendio por una sobreviviente de la guerra de los Balcanes, hasta una galería en la que una artista judía exhibe su obra. Un restaurante cubano, otro italiano, una cuadra más adelante está El país del sagrado corazón, un lugar en el que los platos tienen nombres como Proceso 8000 o Regina II. Caminar sus calles es encontrarse con nuevos aromas que impreganan el aire frío con un toque acogedor. En esta imagen Bogotá empieza a tener un sabor provocativo.

En La Macarena hay poco espcio para la comida rápida. Allí el paladar se deleita sin mirar el reloj y los platos son variados y económicos.
Imagen tres
La Macarena es un barrio verde. Muchas de las ventanas tienen afiches con el rostro de un académico que intenta llegar a la presidencia. Ese polémico profesor, también viven en el barrio, además de Laura Restrepo, Rodrigo Triana, reconocidos artistas, historiadores y escritores. La Macarena es coqueta con los amantes del centro y con los enamorados de la palabra. Entonces a través del lente, el barrio empieza a lucir como un libro abierto con páginas llamativas que incitan al diálogo y a la discusión en comunidad.

Otro foco
La perserverancia está al lado de La Macarena. Para los taxistas no es el mejor vecino, para otros, simplemente es un barrio con una historia de lucha y superviviencia, una cara agresiva que deja ver las formas desnudas de la ciudad. En la cámara La Perseverancia aparece agitada y sigilosa, en su plaza de mercado que limita con el barrio bohemio, se encuentran las miradas, se intercambian comentarios, la gente de los dos barrios se reconoce. En la plaza el verde es el protagonista, bajo la lluvia que no cesa, los vendedores acomodan las frutas y verduras, desgranan mazorcas, parten las yucas. El movimiento es constante, los colores animan el día de niebla. Aquí son las raices rurales las que se posan en la imágen, esa memoria del campo que no desdibuja el poder arrasador urbano.


En La Macarena se pueden encoentrar café y restaurantes en cada una de sus calles


Las Torres del Parque, obra del reconocido arquitecto de Rogelio Salmona

Parqueadero de La Juguetería, bar y restaurante ubicado en la Carr 27 con 4a

Obtura de nuevo

Es lamentable recordar a Jaime Garzón con nostalgia y no a carcajadas como debería ser. En una esquina de La Macarena un lugar guarda para sí el recuerdo de muchas tardes con Jaime Garzón escribiento, respartiendo rosas a las parejas y haciendo reir a sus amigos. El Patio era el sitio preferido de Garzón, un restaurante italiano que todavía tiene las imágenes de uno de los humoristas políticos más queridos de Colombia. Entrar a El Patio es también revivir la dolorosa mordaza que hay en el país para todas las voces que se atreven a contrariar a los más poderosos.Su propietario todavía recuerda a Jaime Garzón escribiendo libretos y pasando la tarde entera en compañia de otros periodistas y escritores.

La imagen no puede ser otra, la risa opacada con violencia, el talento eliminado para siempre.




El Patio, restaurante en el que Jaime Garzón pasaba gran parte de sus días imaginando cómo hacer reir a los colombianos.


Galería Valenzuela ubicada en la calle 5, en la cual se hacen exposiciones permantes.


Plaza de Mercado de la Perseverancia, donde se encuentran alimentos frescos todos los días de la semana.
Plaza de Toros La Macarena, la misma que le da el nombre al barrio.

Pregunta para discusión
1. ¿Qué actividades propones para promover la interacción de los habitantes de tu barrio?
2. ¿Cómo lograr que los barrios se mantengan en medio de ciudades en permanente tranformaciòn?
3¿Cómo mantener la memoria de los barrios en las nuevas generaciones?
Si quieres saber más de La Macarena
- El primer paso para conocer cualquier barrio de la ciudad es recorrer sus calles e interactuar con sus habitantes. La invitación es a dejar las rutas establecidas y conocer nuevos parajes de la ciudad.
- Jaime Garzón y La Macarena son inseparables, te recomendamos leer el libro "Jaime Garzón, El genial impertinente" del escritor Germán Izquierdo. El libro es una biografía sobre el humorista en el que se hace una amplia referencia a su experiencia en el barrio.
-Si te interesa conocer un poco de Bogotá a través de imágenes, puedes consultar el libro Bogotá 360º de Erique Santos Molano, publicado por la Villegas Editores en el 2009.
- Para acercarse a la historia de La Macarena, puedes buscar el libro Por la calle 32, Historia de un barrio de la autora, Martha Cecilia Torres, publicado por la Alcaldía Mayor de Bogotá en 1992. Este libro es un amplio compendio de textos e imágenes que te darán una idea clara del desarrollo del barrio desde el sigo XIX.